La “hora sagrada” del parto

Algunos especialistas en neonatología se refieren a los primeros momentos de vida fuera del útero como "la hora sagrada". Pero no son exactamente 60 minutos.

¿Entonces que es la hora sagrada?

De hecho, este término se refiere a un período continuo de contacto directo piel con piel entre el recién nacido desnudo y el pecho descubierto de la madre.

Durante esta “hora” de intimidad, según los expertos, se desencadenan de forma natural varios comportamientos observables que guían al bebé hacia su primera toma de leche materna.

Al final de esta “hora sagrada”, es común que el recién nacido se quede dormido.

Este momento es sagrado y, siempre que sea posible, debe ser honrado, valorado y protegido.

Idealmente, el contacto directo piel con piel debería comenzar inmediatamente después del nacimiento y prolongarse hasta la primera toma de leche materna.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) respalda esta práctica en su informe de 2012: “Los recién nacidos que no presentan complicaciones deben tener contacto piel con piel con sus madres durante la primera hora después del parto para prevenir la hipotermia y fomentar la lactancia materna”.

La doctora Phillips sugirió en un estudio de 2013 que los protocolos hospitalarios podrían ajustarse para favorecer este contacto ininterrumpido y directo inmediatamente después del parto, ya sea por vía vaginal o por cesárea.

Algunos académicos vinculan este momento “sagrado” con un comportamiento animal: según la neurociencia de los mamíferos, este contacto íntimo con el hábitat materno “desencadena neurocomportamientos que aseguran la satisfacción de necesidades biológicas básicas”, afirman los autores del estudio ‘Contacto temprano de piel con piel para madres con recién nacidos sanos’, de 2012.

 
 
 

Beneficios para madre e hijo

La evidencia científica respalda que el contacto piel con piel durante la primera hora de vida aumenta las posibilidades de establecer la lactancia materna, ya sea en partos vaginales o por cesárea. Asimismo, promueve una lactancia más prolongada y exclusiva, una recomendación de la OMS para los primeros seis meses de vida.

Además, diversos estudios han demostrado que el contacto piel con piel durante esta “hora sagrada” reduce el estrés del bebé, la ansiedad de la madre y fortalece el vínculo entre ambos.

Este contacto también contribuye a la estabilidad fisiológica del recién nacido, como lo demuestran investigaciones que indican niveles más estables en el sistema cardiorrespiratorio y menores niveles de azúcar en la sangre cuando se practica el contacto piel con piel después del nacimiento.

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